En un momento de mi vida
profesional, tuve que redactar un proceso de innovación. La estructura está
hecha siguiendo un proceso con 2 líneas paralelas que convergen en un punto
clave, la generación de ideas. El planteamiento de base es la generación de
ideas que den respuesta a retos concretos, cuántas más ideas y más documentadas
estén, mayor es la garantía de que seamos capaces de generar innovación.
Una organización que busca
generar ideas innovadoras, debe trabajar en las dos direcciones:
- Por un lado, una identificación de aquellas áreas susceptibles de vigilancia y una planificación de la misma, atendiendo al trabajo que estén desarrollando aquellas entidades consideradas como referentes, así como las tendencias que se van publicando.
- Por otro, disponer de momentos donde podamos plantear los retos en un entorno que favorezca las respuestas creativas, utilizando diferentes recursos y herramientas que permitan generar una verdadera cultura de la creatividad.
Generar una verdadera cultura de
la creatividad, pasa por cultivar la competencia “pensamiento creativo e
innovador”. La estrategia de trabajo para conseguir alcanzar esta competencia, puede
ser soportada por la utilización de herramientas de resolución de problemas aplicadas
a retos. Si lo que buscamos es trabajar
esta competencia con el alumnado, una fórmula aconsejable es reconvertir la programación
de aula en una estructura basada en
retos, donde los resultados de aprendizaje estén incluidos dentro del conocimiento
necesario para abordar el reto.
El resumen de la secuencia de
acciones que el alumnado debería hacer ante un reto (donde se incluyen los
resultados de aprendizaje del DCB) es el siguiente:
- Identificar cuál es exactamente el reto.
- Analizar qué información es vinculante al reto que se nos plantea.
- Obtener y trabajar la información, la vigilancia estaría integrada en este punto y en el anterior.
- Generar alternativas que podrían dar respuesta al reto, acción muy ligada con cualquier proceso creativo.
- Elegir la alternativa más adecuada y viable.
- Desarrollar la alternativa elegida.

Ser consciente de que las
primeras reacciones ante un reto son las menos creativas y que es necesario
avanzar superando los modelos preestablecidos, es un ejercicio de
autoconciencia que requiere un alto grado de convencimiento sobre las bondades
que de ello van a derivarse. Además, se suma un elemento emocional, las
respuestas preestablecidas dan un marco de seguridad, de saber lo que va a
salir, las respuestas diferentes se encuentran en el plano de la inseguridad
sobre lo que va a salir, si va a ser útil o va a no servir, surge la emoción
del miedo que como efecto inmediato provoca el quedarse bloqueado o el salir
corriendo.
En este contexto, queda clara la
justificación de para qué NO innovar, es decir, para evitar esa incomodidad que
me supondría adentrarnos en terrenos que no conocemos o lo que es lo mismo:
“más vale malo conocido que bueno por conocer”, pero falta respondernos a la
pregunta para qué SI. Aunque la respuesta que realmente funcione es la que cada
uno se dé a sí mismo, la innovación nos va a permitir conectar con nuestros
desafíos y nuestros retos en el futuro, evitando en la medida de lo posible los
lastres del pasado. Como decía Henry Ford, si él hubiera preguntado en su
entorno por el reto de la movilidad le habrían pedido caballos más rápidos, su
innovación consistió en romper con el pasado y no conformarse con la primera
respuesta ligada a movilidad.
La reacción de nuestro alumnado cuando
les planteamos un reto no es otra cosa que la imitación de la forma de actuar
del sistema educativo en el que están inmersos. La vida de los centros
educativos está llena de retos que en muchos de los casos convertimos en
problemas que hay que solucionar rápidamente, perdiendo la oportunidad de
generación de ideas potencialmente innovadoras. Existe un ejemplo similar al de
Henry Ford, llevamos años ante el reto de la “innovación del proceso de
formación” pero la mayoría de nuestras propuestas mantienen los horarios,
asignaturas, hora inicio – hora fin, … ¿por qué? Porque nuestra mente nos
traiciona con las respuestas que ya tiene preparadas y que hacen que nos situemos
en un entorno de seguridad y de “no miedo” a lo desconocido.
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